7.02.2009

Olor a viejito

Es un día sucio, me molesta salir cuando el día esta así, la gente pasa a mi lado y lo detesto, solo quiero alejarme de esta luz sucia, que me llena de polvo y me hace sentir cansada. Todo es exasperante, la gente, los sonidos e incluso los aromas. Mientras camino uno en especial llega hasta mi torpe nariz, que aunque tengo gripe puedo separarlo de los demás, no se de donde proviene, si de la anciana que se acerca hasta mi o del vendedor de ungüentos o quizás desde la farmacia por la que voy pasando, pero francamente no me importa, solo sé que me inunda y pronto llega a mi cerebro, me doy vuelta sobre mi propio eje al escuchar un sonido muy conocido y descubro que la luz sucia se fue, no hay mas gente, no hay mas ruido, la gente, los coches, incluso la calle ya no están, Estoy de nuevo en mi patio, me miro las manos y son las de una niña de cinco años, aun no me la creo, estoy aquí y tu también, estas agachada sobre tu maquina, cociendo igual que todos los días, haciendo esos mandiles a cuadros de colores con grandes flores en las bolsas que tu misma usas todo el tiempo, con tus grandes lentes rosados, tu cabello blanco trenzado detenido por tu peineta, tu piel morena y arrugada por el sol y tu crucifico de plata que mi abuelo te compró en un una feria como prenda de su amor cuando te robo. Estoy feliz, corro hacia ti, me miras y me sonríes, "mi niña" me dices, no soporto la emoción y suelto en llanto, un llanto tan profundo que mojo tus ropas, me abrazas fuerte y me preguntas que tengo, me levantas me sientas en tu maquina y ahí este ese olor, olor a hierbas y pomadas, a ungüento, olor a viejito. Abuelita, ¿Porque todos los viejitos huelen igual? Te pregunto y tu solo ríes, me pongo a jugar con tu crucifijo y el tiempo desaparece, tu me miras y yo solo juego con tu cruz.
Algo me empuja y cuando recobro la compostura ya no estas, te has ido, la calle y la gente regresaron y te he perdido, ¡Maldita sea! Solo fue un recuerdo, no es posible que mi mente juegue de esa manera conmigo, con los puños encrespados me siento impotente y muy triste, inmersa en mis pensamientos y al borde del llanto, de pronto siento un dolorcito en la mano derecha todavía cerrada, cuando la abro descubro tu crucifijo en ella, ¡No es posible! Después de todo fue solo un recuerdo, ¿O no?

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