7.03.2009

Fragmentos

Quiero que mi sangre sea de ese tono de rojo, vivo, encendido; pero me da la impresión de que es un color verdoso podrido.
A veces sueño con un desierto azul marino, camino y se siente pegajoso, como la baba de un San Bernardo, es como si todos los San Bernardos del mundo hubieran vertido su baba en ese lugar.
¿Has caminado por la playa de Rosarito? es la playa más hermosa que he visto, sin hoteles, sin turistas, sin todas esas motos acuáticas, con el agua mas fría en la que me he metido, era hermoso, el viento frío golpeaba mi rostro, las olas que llegaban hasta mis pies hacían que se me erizara la piel, y a lo lejos se perdían en uno el cielo y el océano, estaba tan vacía esa tarde la playa, que incluso estaba de vacaciones el que debe cuidar.
Anoche una pequeña manita me despertó, me daba pequeñas palmaditas, abrí lo ojos lentamente y era la pequeña diva de la casa. Macaria me miraba fijamente, con esos grandes ojos verdes, con sus bigotitos. Con gran solemnidad se sentó en mi pecho y me dijo: Mamá, durante estos cuatro años he soportado muchas cosas, tus largas ausencias, que me cambies de padre constantemente, incluso que hayas metido a la Blanca y a sus hijos a mi recamara, pero mamá, no soportare una perro en esta casa, al Rudolph lo tolero porque no me queda de otra, y porque ya estaba aquí cuando yo llegue; así que me apena tener que decirtelo, pero o corres al Moco o me voy yo.
Ha sido por eso que ahora el Moco esta en el patio, y diva de la casa duerme su siesta en mi cama.

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