6.03.2014

El diario de Josefine

Noviembre 15

Que difícil es envejecer cuando se tienen tantos planes para la vida, cuando el cuerpo ya no resiste los deseos del corazón. Que horrible es ver a los hijos crecer, irse, formar sus propias familias, cuando uno solo quisiera tenerlos cerca, llevarlos toda la vida como si fueran fetos dependientes del útero materno. Que pesado mover este lastre día con día.

Noviembre 17

El despertador a sonado a las 6 am en punto, como cada mañana durante los últimos 30 años, antes odiaba escucharlo sonar y, como muchos, rogaba por cinco minutos más en la cama, pero con la edad el sueño se ha ido y ahora espero con ansias escuchar la alarma para ponerme de pie y no seguir viendo al techo mientras escucho las manecillas que resuenan con eco en mis oídos, como una sentencia de muerte que no me deja olvidar que el tiempo pasa y que cada vez soy más vieja. Hago la misma rutina una y otra vez, días tras día; un ducha caliente, ir a la cocina, poner a andar la cafetera, mientras él se sienta a la mesa, con esa sonrisa tierna y dulce que antes me enternecía hasta el alma y que ahora me hastía, que ahora lo hace ver como un estúpido. Después a la escuela, donde he dado clases durante lo que pareciera una eternidad, viendo como la juventud me evade, se burla de mi con cada rostro. Cada día soporto menos ver a esos adolescentes hormonosos corriendo por los pasillos, creyendose eternos, inmortales, sin tomar en cuenta que esa juventud que desperdician es como oro liquido que se escurre por sus grasientos rostros. Hace mucho que me di por vencida, es inútil tratar de enseñar algo, cuando se es joven lo que menos se quiere es escuchar a los mayores, solo se asiente con la cabeza, mientras que la mente y el corazón divagan, por eso ahora solo hago acto de presencia, recito los versos escritos en tiempo pasados por muertos olvidados como si leyera para arboles o muros. Están todos huecos, vacíos, no son más que hormonas revoloteando por todos lados. Los días son eternos encerrada en los pasillos interminables de esa escuela, viendo la vida pasar, con envidia, con coraje, con celos de no poder ser yo la que corriera, la que amara con locura sin pensar en consecuencias, simplemente no lo soporto, los aborrezco. Si tan solo salir de este lugar fuera en alivio, pero el tedio total invade mi vida, ya no me queda ni el sonido de las risas, ni las visiones de jovenes hermosos creyendose dioses griegos, solo estamos él y yo, los hijos ya se han ido, poco recuerdan los brazos que algunas vez los acunaron mientras lloraban, ya no vienen pidiendo leche de la teta inflamada, no, ahora estoy seca, yerta; y él, él es como una estatua, inerte, sin vida, es como un retrato del ser amado, añoras lo que ya no está pero no soportas ver la imagen porque al verla deseas lo que ha sido. no, ya no lo amo, me enerva, me exaspera, siempre tan calmado, siempre sonriente, sin opinión, sin pasión, sin vida corriendo por sus venas, solo existiendo día tras día.

Noviembre 20
Está decidido que será la última noche que pasemos juntos, ya no soportar estar a su lado, no quiero morir como esas parejas viejas de toda la vida, que se sientan a ver el televisor todas las noches sin siquiera dirigirse la palabra, aún hay vida en mi, aún quiero vivir emociones, aún quiero sentir pasión en mi vida, lo he decidido.

Noviembre 21

Sus palabras me golpearon bruscamente, lo ha dicho antes de que yo pudiera hablar,  sin consideraciones, sin temblor en su voz, sin lagrimas en los ojos, me lo ha soltado sereno, como siempre, no ha perdido el temple, incluso pude ver en su boca esa sonrisa tranquilizante, esa sonrisa que te hace pensar que todo estará bien, que él se encargará de que así sea, me lo ha dicho sin más: tiene otra mujer desde hace años, todavía los chicos no salían de casa cuando comenzó a verla, incluso ha tenido descendencia con ella, una chiquilla de apenas 15 años, lo que conmigo nuca tuvo, su princesita soñada, me ha pedido el divorcio, ya lo tenía preparado, su equipaje ya estaba hecho, venía planeandolo desde hacía tiempo, años, pero siempre pensó que yo no lo soportaría, pero ha postergado demasiado tiempo su felicidad y ya no puede más. He sido una estúpida todos estos años pensando que solo a mi me amaba, que sus besos eran solo míos, que su vida giraba en torno a la mía, jamás fui capaz de ver que amor se me escapaba de las manos, que nunca había sido mío, ni siquiera pude darme cuenta cuando se escabullía para verla, por más que pienso no me cuadran los tiempos, simplemente no me di cuenta, o será que no quise verlo, tal vez esas vacaciones donde se quedo en casa con carga de trabajo eran solo una excusa para estar con ellas, a lo mejor la veía en la oficina, tal vez todo mundo sepa menos yo, me siento tan estúpida, tan sola, tan perdida.

Noviembre 30

Hace días que no lo veo, sé de él solo a través de su abogado, al parecer no quiere pelea me ha dejado todo, todo menos una cosa, algo que me parece peculiar, quiere nuestra recamara, la mesita de noche, la cama, las lámparas, los espejos, todo, quiere todo lo que hay en nuestra recamara, será que pasó las mejores noches de su vida con ella ahí, será que se revolcó hasta el cansancio en esa cama. Pero que cerdo, no pudo mantenerla lejos de aquí, fuera de nuestra casa, donde vivían nuestros hijos, donde tantas noches hicimos el amor. Pues que la tenga, no quiero nada de él, ni siquiera la casa, nada que haya podido tocar ella, nada.

Diciembre 3
Los días son eternos, la casa está tan sola, tan callada, casi ha desaparecido por completo su aroma, la cama ya no conserva su forma y aún no puedo acostumbrarme a tanto espacio, eso sobre todo me tiene desconcertada, el espacio, ya no está su ropa en el closet, ni sus cosas en el baño, ya no hay quien me quite la manta mientras duermo, ni quien se siente en mi lugar favorito en la sala, ya no tengo que cocinar para nadie, ni lavar  ropa que no sea mía, no tengo que compartir nada, con nadie, no tengo con quien compartir mi vida.

Diciembre 7 
Esta tarde hemos quedado para comer, aún queda por solucionar lo de la recamara, sigo sin dar crédito a eso. Hemos hablado poco,  estaba serio, pero pude notar como intentaba esconder su felicidad, el brillo en sus ojos lo delato, eso y su presencia, era otro, su perfume había cambiado, había algo en él, se veía radiante, guapo, me sentí como quinceañera en su primera cita, pero el encanto terminó pronto, una llamada, seguramente de ella, le hizo salir deprisa. No sé que me pasa, esto es lo que yo quería, libertad para vivir mi vida, para buscar aventuras, para ser feliz, pero, pero simplemente no pasa nada, es él quien vive feliz, por mi parte yo solo existo, en que miseria me he convertido, verme al espejo y darme cuenta de que no soy más que despojos de lo que fui hace años, que mierda en la que me he convertido.

Enero 10

Han pasado tantos días desde la última vez que escribí en este cuaderno que ya se me había olvidado que lo hacía, se me habían olvidado tntas cosas, se me había olvidado que aún soy joven, que aún siento, que aún puedo robar miradas de los hombres, estaba tan inmersa en tristeza y desesperación que había olvidado lo que es vivir.
Todo Diciembre fue una tortura, sin clases a las cuales asistir, sin marido al cual atender,  no había nda que hacer y me tire en el sofa, sola, a vegetar frente al televisor, había perdido incluso la noción del tiempo, pero tenía que venir Marga, esa vieja fastidiosa que no para de hablar y que siempre parece tan feliz, como si no importara nada más que sonreir, por Dios que estuve a punto de ehcharla a patadas de casa, pero agradezco tanto no haberlo hecho. Me saco a fuerza de casa y me llevo a una de sus reuniones navideñas, llenas de parejas felices y niños corriendo por la casa, sentiá nauseas, no quería estar un minuto más en esa casa, en verdad odiaba a Marga y a todas las familias felices que estaban ahí, quería gritarles, pobres imbéciles que no saben lo que es la vida fuera de su mundito. Llevaba varias copas de vino y justo cuando estaba por estar gracias a la pequeñas niña peliroja que me derramo el vino, él vino a ayudarme, se dio cuenta de mi estado y me saco de ahí. Fue con un ángel caído del cielo que llego en mi auxilio, aunque más bien parecia uno de esos hombres que describen en las novelas romanticas para mujeres. Un joven de treinta años más o menos, alto, de cuerpo delgado pero con muy buen tono muscular. Dios que hombre más bello, con esa voz delicada y serena. Sí, el fue mi salvación esa noche. Me ha hecho recordar que aún estoy viva, que aún puedo robar la mirada de los hombres, que aún soy joven.

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