Noviembre 15
Que
difícil es envejecer cuando se tienen tantos planes para la vida,
cuando el cuerpo ya no resiste los deseos del corazón. Que horrible es
ver a los hijos crecer, irse, formar sus propias familias, cuando uno
solo quisiera tenerlos cerca, llevarlos toda la vida como si fueran
fetos dependientes del útero materno. Que pesado mover este lastre día
con día.
Noviembre 17
El
despertador a sonado a las 6 am en punto, como cada mañana durante los
últimos 30 años, antes odiaba escucharlo sonar y, como muchos, rogaba
por cinco minutos más en la cama, pero con la edad el sueño se ha ido y
ahora espero con ansias escuchar la alarma para ponerme de pie y no
seguir viendo al techo mientras escucho las manecillas que resuenan con
eco en mis oídos, como una sentencia de muerte que no me deja olvidar
que el tiempo pasa y que cada vez soy más vieja. Hago la misma rutina
una y otra vez, días tras día; un ducha caliente, ir a la cocina, poner a
andar la cafetera, mientras él se sienta a la mesa, con esa sonrisa
tierna y dulce que antes me enternecía hasta el alma y que ahora me
hastía, que ahora lo hace ver como un estúpido. Después a la escuela,
donde he dado clases durante lo que pareciera una eternidad, viendo como
la juventud me evade, se burla de mi con cada rostro. Cada día soporto
menos ver a esos adolescentes hormonosos corriendo por los pasillos,
creyendose eternos, inmortales, sin tomar en cuenta que esa juventud que
desperdician es como oro liquido que se escurre por sus grasientos
rostros. Hace mucho que me di por vencida, es inútil tratar de enseñar
algo, cuando se es joven lo que menos se quiere es escuchar a los
mayores, solo se asiente con la cabeza, mientras que la mente y el
corazón divagan, por eso ahora solo hago acto de presencia, recito los
versos escritos en tiempo pasados por muertos olvidados como si leyera
para arboles o muros. Están todos huecos, vacíos, no son más que
hormonas revoloteando por todos lados. Los días son eternos encerrada en
los pasillos interminables de esa escuela, viendo la vida pasar, con
envidia, con coraje, con celos de no poder ser yo la que corriera, la
que amara con locura sin pensar en consecuencias, simplemente no lo
soporto, los aborrezco. Si tan solo salir de este lugar fuera en alivio,
pero el tedio total invade mi vida, ya no me queda ni el sonido de las
risas, ni las visiones de jovenes hermosos creyendose dioses griegos,
solo estamos él y yo, los hijos ya se han ido, poco recuerdan los brazos
que algunas vez los acunaron mientras lloraban, ya no vienen pidiendo
leche de la teta inflamada, no, ahora estoy seca, yerta; y él, él es
como una estatua, inerte, sin vida, es como un retrato del ser amado,
añoras lo que ya no está pero no soportas ver la imagen porque al verla
deseas lo que ha sido. no, ya no lo amo, me enerva, me exaspera, siempre
tan calmado, siempre sonriente, sin opinión, sin pasión, sin vida
corriendo por sus venas, solo existiendo día tras día.
Noviembre 20
Está
decidido que será la última noche que pasemos juntos, ya no soportar
estar a su lado, no quiero morir como esas parejas viejas de toda la
vida, que se sientan a ver el televisor todas las noches sin siquiera
dirigirse la palabra, aún hay vida en mi, aún quiero vivir emociones,
aún quiero sentir pasión en mi vida, lo he decidido.
Noviembre 21
Sus palabras me golpearon bruscamente, lo ha dicho antes de que yo pudiera hablar, sin consideraciones, sin temblor en su voz, sin lagrimas en los ojos, me lo ha soltado sereno, como siempre, no ha perdido el temple, incluso pude ver en su boca esa sonrisa tranquilizante, esa sonrisa que te hace pensar que todo estará bien, que él se encargará de que así sea, me lo ha dicho sin más: tiene otra mujer desde hace años, todavía los chicos no salían de casa cuando comenzó a verla, incluso ha tenido descendencia con ella, una chiquilla de apenas 15 años, lo que conmigo nuca tuvo, su princesita soñada, me ha pedido el divorcio, ya lo tenía preparado, su equipaje ya estaba hecho, venía planeandolo desde hacía tiempo, años, pero siempre pensó que yo no lo soportaría, pero ha postergado demasiado tiempo su felicidad y ya no puede más. He sido una estúpida todos estos años pensando que solo a mi me amaba, que sus besos eran solo míos, que su vida giraba en torno a la mía, jamás fui capaz de ver que amor se me escapaba de las manos, que nunca había sido mío, ni siquiera pude darme cuenta cuando se escabullía para verla, por más que pienso no me cuadran los tiempos, simplemente no me di cuenta, o será que no quise verlo, tal vez esas vacaciones donde se quedo en casa con carga de trabajo eran solo una excusa para estar con ellas, a lo mejor la veía en la oficina, tal vez todo mundo sepa menos yo, me siento tan estúpida, tan sola, tan perdida.
Noviembre 30
Hace
días que no lo veo, sé de él solo a través de su abogado, al parecer no
quiere pelea me ha dejado todo, todo menos una cosa, algo que me parece
peculiar, quiere nuestra recamara, la mesita de noche, la cama, las
lámparas, los espejos, todo, quiere todo lo que hay en nuestra recamara,
será que pasó las mejores noches de su vida con ella ahí, será que se
revolcó hasta el cansancio en esa cama. Pero que cerdo, no pudo
mantenerla lejos de aquí, fuera de nuestra casa, donde vivían nuestros
hijos, donde tantas noches hicimos el amor. Pues que la tenga, no quiero
nada de él, ni siquiera la casa, nada que haya podido tocar ella, nada.
Diciembre 3
Los
días son eternos, la casa está tan sola, tan callada, casi ha
desaparecido por completo su aroma, la cama ya no conserva su forma y
aún no puedo acostumbrarme a tanto espacio, eso sobre todo me tiene
desconcertada, el espacio, ya no está su ropa en el closet, ni sus cosas
en el baño, ya no hay quien me quite la manta mientras duermo, ni quien
se siente en mi lugar favorito en la sala, ya no tengo que cocinar para
nadie, ni lavar ropa que no sea mía, no tengo que compartir nada, con
nadie, no tengo con quien compartir mi vida.
Diciembre 7
Esta
tarde hemos quedado para comer, aún queda por solucionar lo de la
recamara, sigo sin dar crédito a eso. Hemos hablado poco, estaba serio,
pero pude notar como intentaba esconder su felicidad, el brillo en sus
ojos lo delato, eso y su presencia, era otro, su perfume había cambiado,
había algo en él, se veía radiante, guapo, me sentí como quinceañera en
su primera cita, pero el encanto terminó pronto, una llamada,
seguramente de ella, le hizo salir deprisa. No sé que me pasa, esto es
lo que yo quería, libertad para vivir mi vida, para buscar aventuras,
para ser feliz, pero, pero simplemente no pasa nada, es él quien vive
feliz, por mi parte yo solo existo, en que miseria me he convertido,
verme al espejo y darme cuenta de que no soy más que despojos de lo que
fui hace años, que mierda en la que me he convertido.
Enero 10
Han
pasado tantos días desde la última vez que escribí en este cuaderno que
ya se me había olvidado que lo hacía, se me habían olvidado tntas
cosas, se me había olvidado que aún soy joven, que aún siento, que aún
puedo robar miradas de los hombres, estaba tan inmersa en tristeza y
desesperación que había olvidado lo que es vivir.
Todo
Diciembre fue una tortura, sin clases a las cuales asistir, sin marido
al cual atender, no había nda que hacer y me tire en el sofa, sola, a
vegetar frente al televisor, había perdido incluso la noción del tiempo,
pero tenía que venir Marga, esa vieja fastidiosa que no para de hablar y
que siempre parece tan feliz, como si no importara nada más que
sonreir, por Dios que estuve a punto de ehcharla a patadas de casa, pero
agradezco tanto no haberlo hecho. Me saco a fuerza de casa y me llevo a
una de sus reuniones navideñas, llenas de parejas felices y niños
corriendo por la casa, sentiá nauseas, no quería estar un minuto más en
esa casa, en verdad odiaba a Marga y a todas las familias felices que
estaban ahí, quería gritarles, pobres imbéciles que no saben lo que es
la vida fuera de su mundito. Llevaba varias copas de vino y justo cuando
estaba por estar gracias a la pequeñas niña peliroja que me derramo el
vino, él vino a ayudarme, se dio cuenta de mi estado y me saco de ahí.
Fue con un ángel caído del cielo que llego en mi auxilio, aunque más
bien parecia uno de esos hombres que describen en las novelas romanticas
para mujeres. Un joven de treinta años más o menos, alto, de cuerpo
delgado pero con muy buen tono muscular. Dios que hombre más bello, con
esa voz delicada y serena. Sí, el fue mi salvación esa noche. Me ha
hecho recordar que aún estoy viva, que aún puedo robar la mirada de los
hombres, que aún soy joven.
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