4.04.2009

La estrella

No eres la estrella más luminosa, tampoco la más bella o la más grande; eres particular, diferente entre las iguales, parecida entre las diferentes; y al mismo tiempo eres única; tu brillo es solo tuyo, tu forma y color son irrepetibles, tus irregularidades; a veces brillas especialmente, otras veces apenas eres visible, te confundes, te mezclas con las demás; a veces opaca, a veces deslumbras.

Cuando te observo despiertas diferentes sensaciones según sea tu brillo. A veces tu cambio de luminosidad me molesta; cambias a tu antojo, caprichosa y me dan ganas de no volver a levantar la mirada, pero cuando no estas, se siente el vacío, es como si el cielo nocturno, perdiera parte de su belleza, como si la demás estrellas perdieran algo de su brillo, como si algo se rompiera.

Y mis aguas internas fluyen con fuerza, buscando salida, haciendo una danza en nombre de tu ausencia.

Si nunca hubiera reparado en tu existencia, mi vida sería más o menos la misma, mirando con alegría los tintineos de las demás estrellas; seguro otra estrella no tan bella, no tan especial hubiera cautivado mi mirada.

Sin embargo una noche especialmente oscura, silenciosa, voltee a la parte más vacía del cielo, y te vi: una estrella, ni especialmente bella, ni especialmente grande; simplemente particular, con bellas irregularidades, con fascinantes cambios de brillo y de color, con caprichoso mimetismo; con especial particularidad; 

Esa particularidad que me impide dejar de voltear a verte, aún hoy casi ciega, que en una noche cualquiera, con uno de tus brillos caprichosos; me dejaste deslumbrada, y aunque no te pueda ver, te imagino, brillando como cada noche, en espera de poder ver tus colores otra vez.


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