7.08.2011

El colegio




El colegio para señoritas “Perfect Live”, era muy reconocido por sus egresadas: esposas perfectas y madres abnegadas, gracias a su sistema de valores que era inculcado en las niñas desde su primer día en el colegio. La directora era la Señorita Alonly Decenth, famosa por ser estricta en la enseñanza.
El primer día en el colegio era crucial para las niñas, si agradaban a la señorita Decenth no tendrían problemas durante su estancia, pero si notaba siquiera un brillo de rebeldía no cesaba hasta extinguirlo.
El “plan de estudios” era rígido, por la mañana las niñas tenían que levantarse muy temprano para asistir a misa, después a las ocho en punto estar en el comedor para el desayuno, a las ocho treinta su clase de lectura, a las nueve treinta: la clase de piano; a las once: su clase de lenguas extranjeras; a las doce treinta: de nuevo al comedor para un almuerzo ligero; a la una de la tarde: ciencias naturales, a la una treinta: la guía del hogar, a las tres a la capilla para orar media hora, a las tres treinta al comedor para la comida, después media hora de siesta, para después seguir con su clase de belleza; clase matemáticas, a las cinco con treinta su clase de deportes, tenis o natación según el día, seis treinta la hora del te, a las siete lectura de los clásicos, a las ocho la merienda a las ocho treinta la hora común en la sala y a las nueve se apagaban las luces.
Durante años este sistema había sido extremadamente exitoso, pues las mujeres que salían del colegio eran buenas esposas, excelentes madres y sobre todo, sabían como seguir ordenes, como llevar un horario rígido y no tenían tiempo para pensar en sus necesidades.
Los problemas más comunes eran algunas pequeñas algo perezosas o un poco sentimentales, pero nada que no se pudiera resolver con algo de mano fuerte.
Una mañana de verano una pareja llegó al colegio con su hija, una niña de once años. La pareja era nueva en la ciudad y deseaban que su hija estuviera en el mejor colegio. Cuando la señorita habló con ellos fue bastante directa. No acostumbraba a aceptar alumnas de esa edad debido a que ya han sido contaminadas por influencias externas, por eso el colegio solo recibía niñas entre los cuatro y los seis años de edad y en algunos casos de ocho, pero la pequeña ya estaba por cumplir los doce años y sería muy difícil de que se adaptara. Los padres de la pequeña insistieron y como eran de buena familia, la señorita Decenth aceptó.
La pequeña se llamaba Desyre, delgada, aunque la pubertad comenzaba a hacer lo suyo, de piel morena clara, cabello rojizo y ojos grises, una hermosa ninfula.
Al principio Desyre tuvo problemas para adaptarse, pero en verdad el colegio no era muy diferente de otros en los que había estado.
Pasaron cuatro años y Desyre se había convertido en la alumna modelo, la señorita Decenth se encargaba personalmente de las clases de piano de Desyre  pues era excelente como su discípula.
Desyre por el contrario, hacía poco esfuerzo para agradar  a las personas, debido a su gran belleza nadie hacia caso de su plática o de sus talentos, varios jóvenes buscaban ya tenerla como esposa, gracias a esos vestidos elegantes que usaba en las fiestas del colegio de fin de año, el único día en que los hombres entraban al colegio.
Todo era perfecto, la señorita Decenth estaba más tranquila que nunca, el colegio iba bien y eso la hacia feliz, pues a pesar de ser hermosa no tenía esposo o hijos, y nunca le faltaron propuestas matrimoniales, simplemente las rechazaba ni siquiera ella sabía porque.
 Motivo del cumpleaños numero dieciséis de Desyre, se organizó una pequeña reunión en el colegio, como los padres de ella no estaban en la ciudad fueron sus padrinos de bautizo los invitados de honor. Los padrinos de Desyre eran importantes empresarios de la ciudad, una pareja algo pedante y falta de clase, pero muy divertidos.
Cuando llegaron al Colegio un joven estaba con ellos, era el sobrino de la madrina de Desyre que estaba estudiando en la ciudad y se quedaba con sus tíos.
Durante la noche el Joven miraba insistentemente a Desyre, y está como muchas ocasiones, sólo ignoraba al muchacho.
Después de un hora de guardar las apariencias y sonreir a gente que ni conocía, Desyre se sintió hastíada y decidió perderse en la gran mansión que servía de escuela, sin darse cuenta que una sombra la seguía a pocos pasos: el joven que iba con sus padrinos, quien le tapó la boca con una de sus manos y con la otra se dispuso a tocarla de pies a cabeza, estaba loco de la excitación. Desyre no sabia que hacer, no estaba asustada, ni excitada más bien tenía curiosidad de aquel muchacho y sus extrañas reacciones, mientras él estaba apunto de bajar el sierre de su pantalón una mano lo arrojó con fuerza hasta el otro lado de la habitación, era la señorita Decenth que se había percatado de la ausencia de los dos jóvenes; el chico al darse cuenta de la situación huyó del lugar gritando que había sido ella, gritando insultos y lloriqueando. La Srita. Decenth se sentía herida, su mejor alumna había hecho tal bajeza, estaba furiosa y no pudo más que soltarle una bofetada a la chiquilla con tal fuerza que la tiró al piso, quedando casi desnuda, pues el vestido que traía había resbalado al caer debido a que el muchacho se había encargado de desabotonarlo. Cuando Alonly tuvo frente así aquella celestial criatura, indefensa y lista para ser tomada sintió como sus sentidos eran estrujados todos al mismo tiempo, en ese momento se dio cuenta que lo que sentía por ella eran celos, celos de que estuviera con alguien más, ella era suya, sólo suya. Se sentó a un lado de ella en el piso y comenzó a acariciar con delicadeza a su pupila, primero las piernas, después el abdomen, sus hermosos pechos.
Desyre estaba bastante confundida, no sabía como reaccionar, y gracias a las caricias de Alonly comenzaba a sentir un hormigueo en la parte baja del estomago, algo que jamás había sentido. Alonly no sabia que hacía, por dentro sabía que no estaba bien pero no podía detenerse, no quería, lo deseaba y siempre lo había deseado.
Cuando sus labios se rozaron algo se rompió muy en el fondo de Alonly, algo que no podía ser reparado.
En ese momento tomo control de sí misma, levanto a la muchacha de un jalón y le ordenó que se marchara a su habitación, tenía que empacar de inmediato, su conducta era inadmisible.
Al otro día Desyre se fue del colegio para siempre, y la Señorita Decenth, lloró, lloró por perderla, lloró porque tenía miedo de volver a sentir lo que había sentido la noche anterior, pero más aún lloró por el miedo de no sentirlo jamás.

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